lunes, 20 de enero de 2014

TODO DESCANSA EN LA SUPERFICIE, de Abel Santos



     Hace unas semanas tuve la suerte de compartir un par de tardes con Abel Santos, a quien no conocía en persona. Recorriendo junto a él Las Ramblas, y tras algunas interesantísimas charlas sobre poesía (y otros temas), pude comprobar que, aparte de un gran poeta, es una excelente persona. Pero de aquellos dos días y de mi querida Barcelona no sólo me llevé un gran amigo, sino su último libro: "Todo descansa en la superficie", que acaba de ver la luz en la colección "Baños del Carmen", de Ediciones Vitruvio; un poemario demoledor que conjuga a la perfección realidad y metáfora. Abel Santos no se corta a la hora de escribir, por ejemplo: 

la última vez que consumí cocaína
perder todo lo que había logrado
era como ver incontables granos de arroz caer al suelo

Sorprende la libertad de expresión con la que es capaz de moverse, sin perder, en ningún momento, el lenguaje propio de la poesía, con giros inesperados y sentidos escondidos que a veces se nos escaparán en una primera lectura. Adentrarse en este libro supondrá, para el que lo decida, profundizar en la mente del poeta, navegar por sus inquietudes, sus preocupaciones y su vida, como hace el poema Defensa personal, donde la pelea de una pareja, desde la ventana de un sexto piso, da pie a una profunda reflexión sobre el yo poético y su pareja, desembocando en un final impactante. 


DEFENSA PERSONAL

Noche de domingo. En casa.
Una pareja se pelea en plena calle
y los gritos llegan, como un gancho de izquierda
en el mentón dormido,
a nuestra habitación en una sexta planta.
Pienso en aquella frase de Carver
que habla del material útil para un poema:
Coge todo eso, utilízalo.
Inclinados en el balcón
vertiginoso de los hechos, no se me olvidan
los malos tragos que pasé
y que hice pasar a algunas
a la salida de un bar. Ahora entiendo
un viejo proverbio, te digo,
ojeado cuando era adolescente
en una revista de formas de autodefensa:
Ata a dos pájaros juntos,
creerás que tienen cuatro alas,
pero no podrán volar.
Y es un buen método,
tú y yo estamos de acuerdo, abrazados
de regreso a nuestro nido,
para que los dos guardemos distancias,

contra lo que se llama amor.


TATUAJE BÁSICO

Mejor hubiese sido
que lo dejáramos allí, amor, en el principio
de aquella fría noche, en aquella soledad
desigual a la de ahora, en la extranjería primera
de no estar junto a ti.

He perdido mi papel
en la luz y en la sombra de las calles,
y está la soledad, después de todo, tan ajena a mí
como yo estuve ajeno a ella.

Ahora sólo me queda
la cumplida ceniza de los años compartidos,
otra realidad, la esencia lenta de la ausencia
entrando a bocajarro por mi pecho reventado de
amor y de humo,
la huella, la luna y el átomo
irrompible del recuerdo, el mundo
que dejaste en mi frente
huidizo como un pájaro al que reclamó la mañana.

Ya no puedo recuperar
ni siquiera aquella sonrisa soñadora y solitaria,
porque está tu rostro en el mío, así
como el mío está en el tuyo,
detrás del de siempre, a fuego íntimo grabado.

Nunca ha estado más lejos
de la oportunidad de tenerte
esta constancia que tengo de ti.

¿Qué voy a hacer ahora
con todo este sol, si está el tiempo recorriendo
la llamativa oscuridad
de las habitaciones vacías,
                                                        desconvocando
la costumbre de tus pasos y mi nombre?

¿Cómo decirle a los espejos
que ya no vendrás? ¿Cómo,
ahora que ya conocen el multiuniverso
de dos cuerpos abrazados, de dos alientos
con los que descreer mi muerte?

¿Cómo comprimir el encuentro con el mar
desde lo profundo hacia lo plano?

Mejor hubiera sido
que me dejaras allí, amor, en el principio
de aquella fría noche,

en la esperanza, en la inexperiencia,
de tener aún que encontrarte.

ABEL SANTOS,
TODO DESCANSA EN LA SUPERFICIE,
EDICIONES VITRUVIO, 2013

12 comentarios:

  1. Excelente! Contenta de haberte descubierto. Un saludo sede Bilbao

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  2. Gracias, David, amigo, hermano de armas, por hacerme este hueco en tu blog.
    Fuerte abrazo desde Barcelona.

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